Cuanto más tiempo utilices un coche, un teléfono móvil o cualquier otra herramienta, más probabilidades hay de que se estropee. Las piezas se desgastan, los salpicaderos y las pantallas se agrietan y las baterías se agotan. Un proceso similar ocurre en nuestro cuerpo, ya que las células y los órganos acumulan daños a lo largo de la vida. A pesar del uso intensivo, no deja de ser sorprendente que el cerebro sea capaz de funcionar con tanta eficacia durante tanto tiempo. Pero alrededor de los 60 años empiezan a aparecer signos de envejecimiento y deterioro.

¿Y si pudiéramos retrasar el reloj del cerebro y reducir el daño celular, el desgaste y otros subproductos metabólicos de su uso intensivo? En el Alzheimer, el metabolismo de la glucosa se ralentiza, lo que dificulta que las células cerebrales generen energía. Esta ralentización del metabolismo también está relacionada con la acumulación de placa amiloide, uno de los principales biomarcadores del Alzheimer.

Para averiguar si el metabolismo podría ser la clave de la enfermedad de Alzheimer, los científicos están estudiando el ayuno intermitente -el proceso de alternar la ingesta y la abstinencia de alimentos en un horario regular- y sus efectos sobre el metabolismo y el cerebro.

¿Cómo afecta el ayuno al organismo y al cerebro?

Existen muchos enfoques del ayuno intermitente. Uno de los más comunes, el ayuno 16/8, consiste en comer en un intervalo de ocho horas y abstenerse de alimentos las otras 16 horas del día. Otras variantes de este planteamiento amplían el calendario, observando el ayuno durante un día entero, o incluso dos, cada semana.

En ambos casos, el ayuno se utiliza para modificar el metabolismo del organismo. Cuando dejamos de comer, nuestro cuerpo ya no puede depender de los hidratos de carbono y los azúcares para obtener energía, y esto provoca un cambio. En lugar de ello, el organismo -incluido el cerebro- empieza a depender de los cuerpos cetónicos para obtener energía, que se derivan de las grasas.

Cuando el cerebro pasa al metabolismo cetónico, las células cerebrales entran en un estado protector de baja energía. En lugar de crear nuevas proteínas y materiales para que la célula los utilice, estas células comienzan a reciclar los materiales existentes a través de un proceso denominado autofagia, una palabra derivada del latín que significa «autoalimentación».

Cuando las células cerebrales pasan a este estado protector y autofágico, las proteínas desgastadas se descomponen en forma de alimento, lo que significa que se eliminan los residuos y daños del cerebro. Los científicos creen que esto podría ayudar a prevenir o ralentizar el deterioro cognitivo al ayudar a las células a mantenerse sanas durante más tiempo. ¿Qué puede significar esto para los enfermos de Alzheimer?

Qué dicen las pruebas sobre el ayuno y el Alzheimer

En modelos de ratón de Alzheimer, el ayuno intermitente puede mejorar algunos de los déficits cognitivos. Pero en humanos, hay pocos ensayos controlados aleatorizados de condiciones de ayuno en personas con Alzheimer.

Una de las razones por las que no se ha investigado más sobre el ayuno y el Alzheimer es que existen muchos tipos diferentes de ayuno. Esto hace difícil saber qué tipo de ayuno funciona para un individuo en particular. El ayuno es complicado y difícil de realizar con regularidad y eficacia, sobre todo en el caso de los adultos mayores que pueden estar experimentando un deterioro cognitivo, lo que dificulta su reproducción en grandes estudios.

Así, en lugar de centrarse en la salud cerebral de las personas que practican el ayuno, algunos científicos están desviando su atención hacia los cuerpos cetónicos para explorar la relación entre la salud cognitiva, el metabolismo cerebral y el ayuno.

En un estudio observacional realizado en 2020 se analizó a 20 adultos mayores con deterioro cognitivo leve -precursor del Alzheimer- u otros problemas de memoria, y se les adaptó una dieta diseñada para orientar el metabolismo cerebral hacia los cuerpos cetónicos. Al cabo de seis semanas, observaron los investigadores, este cambio redujo la cantidad de biomarcadores del Alzheimer hallados en el líquido cefalorraquídeo de los participantes. Otro estudio observacional de 99 adultos mayores con deterioro cognitivo leve descubrió que el ayuno intermitente mejoraba la función cognitiva a lo largo de tres años.

El doctor Mark P. Mattson, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, está llevando a cabo un ensayo clínico para examinar la relación entre el ayuno intermitente y el Alzheimer.

«Resulta que comer en exceso y la diabetes y la resistencia a la insulina son factores de riesgo del deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer», explicó Mattson en un podcast. Su estudio actual consiste en tomar a personas con riesgo de deterioro cognitivo o Alzheimer con obesidad y resistencia a la insulina. La mitad de los participantes recibiría consejos para una alimentación sana, mientras que la otra mitad ayunaría de forma intermitente dos veces por semana.

Si estos ensayos clínicos tienen éxito, también podrían aportarnos más información sobre los factores metabólicos subyacentes que contribuyen a la enfermedad. Combinado con otros factores del estilo de vida, como el ejercicio y la dieta mediterránea, el ayuno intermitente podría proporcionar aún más protección contra el Alzheimer. Una dieta y una nutrición equilibradas son fundamentales para la salud del cerebro. Por ahora, hable con su médico si está pensando en probar el ayuno o hacer otros cambios drásticos en su dieta.

Para informarse sobre los ensayos clínicos de nuevos medicamentos destinados a modificar la patología de la enfermedad de Alzheimer, llame a Charter Research al 407-337-1000 (Orlando) o al 352-775-1000 (The Villages).