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El papel de las mitocondrias en el Alzheimer
A pesar de representar el dos por ciento de nuestro peso corporal, el cerebro consume el 20 por ciento de la energía del cuerpo. El motor de la producción de energía son las mitocondrias: fábricas dentro de las células cerebrales que convierten el oxígeno y la glucosa en energía, manteniendo las células sanas. Este proceso se denomina bioenergética y es crucial para mantener sanas las células cerebrales. Pero a medida que envejecemos las mitocondrias empiezan a descomponerse, lo que dificulta el mantenimiento de la salud de las células cerebrales e incluso contribuye al Alzheimer.
¿Cuándo se descomponen las mitocondrias?
Una central eléctrica puede sobrecargarse cuando por ella circula demasiada electricidad. Del mismo modo, las placas amiloides del cerebro desregulan el calcio, que desempeña un papel importante en el aprendizaje y la memoria. El calcio desregulado queda flotando libremente en la célula neuronal y sobrecarga las mitocondrias. Como una central eléctrica sobrecargada, las mitocondrias ya no pueden producir la misma cantidad de energía.
Aunque la central funcione, la maquinaria obsoleta puede hacerla ineficiente. Y esa puede ser parte de la razón por la que en el Alzheimer, parece que el daño mitocondrial puede producirse incluso más rápido, haciendo que la central eléctrica de la célula sea incapaz de proporcionar energía al cerebro.

En la disfunción mitocondrial del Alzheimer, los individuos afectados por la enfermedad son menos eficientes a la hora de producir y cosechar energía. Sus mitocondrias pueden tener menos maquinaria proteica, lo que dificulta la generación de la misma cantidad de energía. Los cambios en los vasos sanguíneos que llevan oxígeno al cerebro son otra consecuencia común de la enfermedad, que reduce la cantidad total de energía que puede llegar hasta allí.
Incluso cuando hay combustible de sobra, hay que introducirlo en el generador de energía: aquí es donde la insulina se convierte en una necesidad.
La resistencia a la insulina, afección asociada a la diabetes, es otro factor de riesgo del Alzheimer que contribuye a la disfunción mitocondrial. En el cerebro, se produce una reducción de los niveles de insulina, lo que dificulta que las células absorban la glucosa y la conviertan en energía. Los estudios sobre adolescentes obesos y prediabéticos ya han demostrado que la administración de insulina mejora la cognición.
Cuando las células no producen suficiente energía, no pueden enviar sus señales eléctricas. Estas alteraciones pueden afectar a la capacidad cognitiva de la persona, además de matar lentamente a la propia célula. Las placas amiloides podrían acelerar el proceso al sobrecargar las mitocondrias con calcio. Las deficiencias inherentes en la producción y recolección de energía tienen entonces un efecto en cascada en el cerebro, que conduce a una degeneración cada vez mayor.
¿Qué pueden decirnos las mitocondrias sobre el futuro de los tratamientos contra el Alzheimer?
¿Podría la mitocondria y la bioenergética de la enfermedad de Alzheimer conducir a nuevos tratamientos?
Tras el fracaso de un fármaco dirigido a las mitocondrias llamado dimebon, no se han desarrollado nuevos medicamentos dirigidos a esta vía. Por ahora, los cambios en el estilo de vida, como seguir la dieta mediterránea y hacer suficiente ejercicio, son medidas preventivas valiosas contra el Alzheimer que también ayudan a garantizar que nuestras células cerebrales tengan el poder de ayudar a evitar la aparición de la enfermedad.
Para informarse sobre los ensayos clínicos de nuevos medicamentos destinados a modificar la patología de la enfermedad de Alzheimer, llame a Charter Research al 407-337-1000 (Orlando) o al 352-775-1000 (The Villages).